"El lugar donde nace la palabra está en mí mismo, pero esta no está sujeta a ninguna arbitrariedad, pues si
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formara los sonidos así hablaría con errores o de un modo incomprensible.
Pero si sigo las leyes estrictas de la formación de sonidos, entonces me someto completamente a la voluntad del lenguaje. Al hablar sigo una ley que es, por así decirlo, divina.
Si encuentro el camino para dirigir esta voluntad del Logos a mis pacientes, llevo logos a una nueva eficacia. El logos, que está presente en el reino etérico cósmico, ordena, sana y fortalece a través de mí el cuerpo o el alma del paciente que se me confía.
Alfred Baur
Fundamentos de la Quitofonética
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